Encontrando a La Guadalupe
ENCONTRANDO A LA GUADALUPE
El entender cómo va invadiendo a uno la presencia de la Señora de Guadalupe y las rosas no es sencillo, en lo particular yo me consideraba una persona anti-guadalupana dedicada a considerar esta práctica religiosa como algo populista y típico de personas que rinden culto sin saber los atributos del personaje de su veneración o bien como una forma de identidad nacional, familiar o cultural.
En la década de
los 80’ se publicaron bastantes libros que de forma científica abordaban el
Milagro de la Guadalupe tratando temas relacionados con su historia, la
autenticidad de su aparición, lo que se podía ver en la pupila de sus ojos, el
significado simbólico de su traje, los adornos, el ángel, las nubes, etc.
Otros libros hablaban de los rasgos de la cultura mexica que se encuentran en la tilma, el tipo de sayal utilizado, el origen de los pigmentos y por supuesto la forma en que fue utilizada durante la conquista militar y espiritual española; todo esto atrajo tanto mi atención que en mi tesis de Licenciatura en Historia que llevó por nombre “El Nacionalismo Mexicano”, le dedique todo un capítulo para hablar de su importante papel en la formación de la Nación Mexicana, todo esto siempre desde un punto de vista puramente histórico.
Debo confesar
que me sentía prácticamente una experta en el tema.
De las rosas ni
hablar, las veía yo bonitas, pero nada espectacular, demasiado comunes y
cursis, entre un ramo de rosas y un ramo de claveles, yo prefería a los
claveles y ni que decir de adornitos con rosas, siempre decía yo ¿qué no
pueden escoger otra flor?. Como si no
hubiera cientos de ellas.
Asistir a la
Villa, para nada, sin embargo, en forma destacada recuerdo mucho la exposición
en una vitrina de la Basílica, de una rosa de plata, que según mi mamá estaba toda
chueca y ennegrecida porque había recibido un rayo que hubiera podido dañar
severamente a la imagen, la verdad para mi estaba bien fea y me daba la
sensación de estar súper sucia.
De esta forma
tan insensible y más bien de crítica hacia la Guadalupe, eso sí siempre con
respeto, me mantuve por muchos años hasta diciembre del 2008, mes que marca
para mí un total cambio de pensar y sobre todo de sentir.
En una canalización realizada por la psicoterapeuta Valeria Matamoros de la Señora de Guadalupe, yo pase de la curiosidad-incredulidad a la admiración-desconcierto, pues ella después de posar sus dulces manos en mi cabeza me nombro su servidora, hecho que me dejo con la boca abierta y sumamente incrédula y dudosa ¿cómo a mí? ¿de verdad a mí? ¡Que no me gusta!; así y sin saber que hacer a pesar de haber escuchado por su parte de que después recibiría instrucciones, me quedaba sorprendida y me daba mucha risa, pero de puros nervios y emoción.
Cuando más
falta de objetivo y menos me lo esperaba, las instrucciones llegaron, en una
meditación con mi guía espiritual Valeria Matamoros, encontré un folleto de
AMESARO, ella me dijo “léelo seguro eso es para ti”.
Leí el folleto
algunas veces fascinada y emocionada otras más asustada por creer que era algo
muy superior a mí.
Consulté la
página web de AMESARO y vi la fecha de inicio de la 7° Generación, e
inmediatamente dije, “esa es para mí”.
Después de
muchos intentos de comunicarme con el Maestro Luis Felipe Maza, la mayoría infructuosos
y cuando pierdo casi las esperanzas, todo paso muy rápido y me encontré el 4 de
abril del 2009 en Casa Tonantzin con 18 rosas rosas, mi cuaderno, una vela y
sin saber que estaba y haciendo ahí.
De ahí en
adelante el proceso ha sido muy sencillo, ¡jajaja! Para nada, bastante difícil,
raro, inquietante, doloroso, desconcertante hasta no saber quién soy, pero
también muy dulce, hermoso, gigantesco, revelador y sobre todo amoroso.
Algo
que aprendí desde la primera clase y que es la parte sustancial que le da base
a la sanación con rosas es la conexión con la Madre Cósmica en donde el sanador
se convierte en un canal de luz para poder realizar la sanación.
Este es un momento único en donde experimento una tranquilidad totalmente clara, felicidad directa del corazón y una profunda confianza de que lo que hago está bien.
Al volver hacia
atrás hago un recuento, me observo y me descubro como una mujer fascinada y
encantada con la Señora de Guadalupe, ahora no sólo le tengo su altar en mi
corazón sino también en mi casa, las rosas además de siempre comprar, las
traigo hasta en los zarcillos.
Hoy puedo decir
con orgullo que quiero a la Guadalupe precisamente por saber quién es, porque
reconozco en ella a la energía femenina creadora, al amor eterno e
incondicional y por sentir en mi corazón su gran dulzura.
Quiero agradecer a Valeria Matamoros por ser canal de la Guadalupe y por su guía espiritual y al Maestro Luis Felipe Maza de la Fuente por enseñarme, aceptarme, compartir conmigo sus grandes conocimientos de las rosas y de la vida y permitirme formar parte de AMESARO.
Pero sobre todo te agradezco a ti, bella mujer, a quien yo llamo con profundo cariño y respeto “Lupe” por todo tu amor.
- Col. Tlatelolco - Ana Cecilia López Godínez - +525518156813 correo mandragora.clg@gmail.com
Maru Chavez
Del 2ª Curso de Sanación con Rosas
Ciudadana de este mundo por un rato
Comentarios
Publicar un comentario